Un trinomio que se desliza, en el interior y el exterior, por cada una de las cuatro plantas de esta vivienda familiar de arquitectos que quería construir su proyecto de vida y trabajo en un espacio único.

Trabajar la transparencia y la sugerencia era uno de los requisitos de esta familia para su hogar en la Costa Dorada. La sutileza ha sido la guía estética que ha marcado el diseño de Susanna Cots, que ha trabajado con sus elementos invisibles para dar consistencia a la personalidad de cada espacio.

La madera es el elemento de conexión entre el interior y el exterior, a través del laminado que recubre la fachada exterior y que continúa en el interior en espacios clave como la cocina, la escalera o el dormitorio principal.

La cocina está integrada en un cubo cuya piel de madera se desliza hasta el comedor, creando una pared laminada que separa sutilmente las estancias. Esta piel se mimetiza con el mobiliario principal de la sala de estar, trabajado en negro, que funciona como espacio de armarios cerrados.

El uso del material noble continua en los pisos superiores, cubriendo las escaleras a los distintos pisos y creando la pared del pasillo de la planta, que alberga las habitaciones. El laminado culmina su viaje formando el cabezal de la suite de la casa.

El negro es el color escogido para dar entidad e intención a las maravillosas vistas al mar Mediterráneo que tiene la casa. Se utilizan sutilmente en los detalles metálicos de los ventanales, el mobiliario de la sala de estar y los detalles en negro de la cocina, que conecta con el exterior a través de la creación simétrica y en paralelo al interior, de la cocina exterior y la piscina en mosaico negro mate.

La iluminación se ha trabajado para unir y conectar los espacios de manera sutil e imperceptible, destacando el flujo de luz natural que entra en cada estancia y dejando que sea el gran modulador emocional tanto familiar como profesional.